El Ministerio de Cultura declaró como Patrimonio Cultural de la Nación a la danza Augas de Pampas del Carmen, del distrito de Llata, provincia de Huamalíes, departamento de Huánuco, por tratarse de una expresión de la estética visual, musical y dancística de la región, así como por ser un elemento emblemático de la identidad de sus portadores.
Asimismo, el reconocimiento oficial del Estado obedece a que esta danza constituye un testimonio y recreación de la memoria histórica local, según establece una
Resolución Viceministerial publicada hoy en el Diario Oficial El Peruano.
En los considerandos de la norma se indica que en el área que comprende la provincia huanuqueña de Huamalíes coincidieron en tiempos prehispánicos poblaciones de diversas procedencias, en una red compleja de relaciones que iban desde el intercambio por trueque hasta la confrontación por el control de recursos.
Entre las poblaciones que arribaron a esta región estuvieron las provenientes de la región amazónica, en particular de la cuenca del río Monzón, de cuya presencia dan testimonio diversos relatos orales y en particular la danza Augas, que se representa en el centro poblado de Pampas del Carmen, ubicado en el distrito de Llata.
En un estudio sobre cuatro danzas de la provincia de Huamalíes, realizado por Gandhy Olivares y Melvin Taboada, publicado en 1998, se afirma que los personajes de esta danza, son llamados “augas”. Ellos eran jefes locales de la región amazónica cercana, quienes sostuvieron enfrentamientos territoriales a partir de la expansión de la etnia yarowilca sobre el actual territorio de Llata, llegando a capturar a su curaca principal. Estos habrían sido llamados “orejones” por los grandes adornos que llevaban en las orejas, rasgo que forma parte de la caracterización tradicional de los augas como conjunto de baile.
El nombre de augas es una versión del término quechua “auca”, que denominaba en tiempos prehispánicos al guerrero y por extensión al enemigo de origen externo. Antiguamente, este nombre se aplicaba frecuentemente a las poblaciones amazónicas con las que, al mismo tiempo que se intercambiaban productos, se tenían confrontaciones periódicas de carácter territorial. De esta manera, el término “auca” ha denominado a diversos grupos humanos a lo largo del área andina, desde Ecuador hasta Argentina.
En el Perú este término es el nombre de diversas danzas en las que se representa al poblador amazónico, especialmente en el departamento de Áncash, como el “Awqa Tushu” de Piscobamba, en la provincia de Mariscal Luzuriaga, y una danza del distrito de Huántar, provincia de Huari.
La danza Duende, Pallas y Auqas, del distrito de Llamellín, provincia de Antonio Raimondi, también de Áncash, tiene como eje de su coreografía la confrontación entre la población local y la población venida del oriente. Fuera de esta área, la danza “Awqa Chileno” de Paucartambo, departamento de Cusco, hace referencia a la Guerra del Pacífico, lo que amplía la connotación del término auca a un significado más general.
Aunque la danza “Augas de Pampas del Carmen” mantiene algunos paralelos con las mencionadas danzas, la particular historia de la región y las características formales de esta danza explican su carácter distintivo.
Orígenes de la danza
La historia de esta expresión hace referencia a un episodio de la historia republicana del distrito de Llata, cuya capital fuera declarada capital de la provincia de Huamalíes en 1862. Debido a factores de orden económico y político el sector minero de Huallanca, con apoyo de las comunidades rurales ubicadas en la naciente de la margen derecha del río Marañón, buscó desplazar a Llata como capital de provincia.
Esto generó un conflicto que cobró visos de guerra civil a finales del siglo XIX, exacerbado por la lucha entre pierolistas y caceristas que se desató en aquellos años. Ahuagpampa, lugar donde se establecería la población de Pampas del Carmen, fue escenario importante de esta guerra. Un hecho de especial impacto fue el secuestro de una imagen sagrada de la Virgen del Carmen, patrona de Llata, en 1894.
Tras el conflicto, el retorno de la imagen a su lugar original fue recibido con gran devoción por parte de la población llatina. Pampas del Carmen, que aparece como caserío poco tiempo después, toma su nombre en recuerdo de este episodio entonces reciente y adopta como patrona a la de la Virgen del Carmen, cuya fiesta se celebra del 12 al 20 de julio.
Esta danza también se presenta en la celebración del Día del Campesino, el 24 de junio, y de Fiestas Patrias, el 28 de julio, en la ciudad de Llata. Uno de los factores que han impulsado esta y otras danzas de la provincia, son los festivales instaurados en Llata, frecuentes desde la década de 1950, los que han coadyuvado a que cada localidad muestre su danza característica como rasgo de identidad local.
Vestimenta
La vestimenta de los “augas” consiste en un conjunto compuesto por una camisa y un pantalón de tela de algodón, una máscara de fieltro y una “corona”, sombrero cónico sujeto con una soguilla; prendas todas de color blanco. Los accesorios son un cinturón de lana tejida de colores, medias de lana que sujetan la parte inferior del pantalón, siendo una media de color rojo intenso y, la otra, de azul oscuro, con borlas y cascabeles atados a las rodillas.
Los personajes portan un garrote o “puntero” de madera, de un metro o poco más de largo, pintado de rojo o de azul, con una franja blanca en medio, sandalias o llanques, y un látigo sobre el hombro izquierdo.
El sombrero cónico puede lucir en su punta una pequeña bandera peruana o tiras de papel en todo el cuerpo del gorro, de dos franjas rojas o azules y una franja blanca en medio. Este uso del rojo y del azul diferencia las dos columnas que conforman el conjunto. La máscara de fieltro blanco tiene una nariz pronunciada, orejas grandes y colgantes, orificios para ojos y boca, y luce pintados círculos rojos en las mejillas, largos bigotes y una pequeña barba bajo la boca.
Un accesorio opcional es la “ocsho walga”, ristra de semillas de la selva, que se lleva en dos bandas cruzadas en el torso, si es posible llevando uno o más “raguis” o caracoles de río, acompañados con cintas de blanco, rojo y azul.
Antiguamente los bailarines llevaban colgados sobre el traje animales disecados, algunos de la región como zorrillos, lechuzas, búhos o comadrejas, y otros de la selva, como guacamayos y loros, accesorios asociados a los orígenes de la danza. Sin embargo, una actual conciencia de sostenibilidad ambiental ha motivado el abandono del uso de tales prendas.
Coreografía
La coreografía de la danza Augas de Pampas del Carmen consta de una serie de figuras interpretadas a través de una compleja serie de mudanzas, donde el conjunto organizado en dos filas, cada una encabezada por un capitán que coordina los movimientos de su fila, ejecuta de modo gráfico fi guras diversas.
Entre las más interpretadas están el corazón, la gocha, la palma, la flor, el “ticopa ñawin” u ojo de lechuza, el “wengo” o línea en zigzag, el “usupa murun” o semilla de ají, el “pachananay” o simulación de dolor de estómago, el ruedo, el “wariniña”, la “warillada” y la “ayhualla” o despedida, que concluye con un paso acelerado, el “ushakakuy”.
La música de esta danza también da indicios de su antigüedad. Es interpretada por un solista que toca con la mano izquierda una flauta de pico con dos orificios en el extremo distal y uno en la parte de atrás, y una caja o tambor de gran tamaño, batido a velocidad con una baqueta con la mano derecha. La tonada, de ritmo acelerado, es muy compleja y consta, según el estudio de Olivares y Taboada, de unos 77 compases en su mayor parte con ritmo de 4/4, alternando con frases melódicas en ritmos de 2/4, 3/4 y 5/4, y alternando frases descendentes y ascendentes. Toda esta construcción rítmica y melódica acompaña la compleja sucesión de mudanzas de baile de inicio a fin.
La danza Augas de Pampas del Carmen es una versión original de un género de danza muy difundido, importante en particular en las regiones andinas donde existía una relación directa y constante con las poblaciones amazónicas representadas. Esta relación ha sido corroborada en la narrativa oral de grupos amazónicos de regiones cercanas, tal como se ha registrado en recopilaciones recientes.
Por otro lado, la memoria oral de los portadores de esta expresión establece una clara asociación entre esta representación y los sitios arqueológicos cercanos que han sido morada de los ancestros originales de la población rural, expresando un nexo entre ambos orígenes, locales y amazónicos, como parte de su propia historia.
La Resolución Viceministerial encarga a la Dirección de Patrimonio Inmaterial, en coordinación con la Dirección Desconcentrada de Cultura de Huánuco y la comunidad de portadores, la elaboración cada cinco años de un informe detallado sobre el estado de la expresión declarada, de manera que el registro institucional pueda ser actualizado en cuanto a los cambios producidos en la manifestación, los riesgos que pudiesen surgir en su vigencia y otros aspectos relevantes, a efectos de realizar el seguimiento institucional de su desenvolvimiento y salvaguardia, de ser el caso.
La norma lleva la firma de la viceministra de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales, María Elena Córdova Burga.
(FIN) LZD/MAO